Después de muchos años de sentir y fomentar en su alma el deseo de propagar la orden de la Compañía de María a la que pertenecía, la R. M. Mª Teresa Miés y Roca, sub-priora y maestra de novicias de la casa de Lérida, vio por fin realizados sus deseos.
Habiendo enviudado una de sus buenas amigas, puso a su disposición el capital que poseía, sus muebles y alhajas. Era esta señora, que vivía en Zaragoza, dña. Mª Amalia Vignau y Bernardín, Vda. de Quer.
Los padres jesuitas, que tenían en gran concepto a las Hijas de Nuestra Señora, escribieron a la madre Miés diciéndole que la ciudad de Ferrol, que era muy importante por su vasto arsenal y posición topográfica, carecía de centros de enseñanza y seguramente las recibirían con agrado. Al mismo tiempo, muchas señoras de Ferrol manifestaron su deseo de tener en la ciudad una orden religiosa que se encargara de la educación cristiana de la niñez y la juventud, anhelo compartido también por el Obispo de Mondoñedo. Los padres jesuitas de La Coruña apoyaron jubilosamente la idea y propusieron que la orden elegida fuera la Compañía de María. Ocurría esto en el año 1887.
Tenía la madre Miés un hermano jesuita, el padre Luis, que había estado algún tiempo en la residencia de la Coruña y, enterado por aquellos padres de la necesidad de colegios en Ferrol, aconsejó a su hermana que se dirigiera directamente al obispo de Mondoñedo. Así lo hizo ella.
Por fin, el día 29 de abril 1889 salieron de Lérida las seis religiosas destinadas a la fundación, acompañadas de seis postulantes, de los sacerdotes y varios señores. Iba como superiora la M. Mª Teresa Miés.
A la llegada a Ferrol, multitud de gente llenaba las calles del trayecto y siguieron a los coches hasta la iglesia de San Julián que se hallaba brillantemente iluminada y tan llena de gente que a duras penas pudieron llegar a los bancos que les tenían reservados.
Se instalaron en el nº 65 de la calle Castañar, en el barrio de La Magdalena. El primer viernes de junio empezaron las clases. Sólo admitieron internas, medio pensionistas y externas gratuitas. El local no daba para más y fueron muchas peticiones las que hubo que desechar.
Les habían hablado a las religiosas de un terreno que había en el barrio de Esteiro que además de ser capaz, tenía un pozo de agua excelente. Les gustó y decidieron comprarlo. El P. Gúell les aconsejó que comprasen además una huerta contigua y se ofreció él para hacer los planos del colegio.
Los cimientos del colegio comenzaron el 9 de julio de 1890 bajo la dirección de Dn. Pedro Miés y del arquitecto diocesano Sr. Cobreros. La obra se hizo con lentitud por falta de recursos. Para que les prestasen, tuvieron que hipotecar la obra y los terrenos. En vista de que esto no bastaba, decidieron en el año 1892 edificar sólo lo estrictamente necesario para poder instalarse en el colegio y dejar para mejores tiempos el ala del edificio que daba a la huerta.
Viendo los apuros de las religiosas, Dña. María Román, vda. de Miés y hermana política de la madre priora, además de prestar ella cantidades sin interés, decidió ir a varias casas acompañada de una amiga de la comunidad, a pedir dinero prestado sin interés. Sufrieron varias negativas pero no desmayaron. Así reunieron cierta cantidad que completada por la amiga, fue suficiente para terminar la planta baja y cerrar las galerías de aquella parte del edificio.
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Por fin el 14 de septiembre de 1892, se trasladaron al nuevo edificio bendecido la víspera por el P. Gúell.